sábado, 16 de octubre de 2010

COMENTARIO REFERENTE A LA PUBLICACIÓN DE "DARÍO ARENAS" "EL OTOÑO DEL PATRIARCA"

"...ALVARO URIBE VELEZ YA NO ES UN CAPO DESCONOCIDO..."

"(...)En marzo del 2003, Donald Rumsfeld se metió en un ejercicio de filosofía amateur: "Hay cosas que sabemos que se saben. Esas cosas que nosotros sabemos que se saben. Pero también hay cosas que sabemos que no se saben. Es decir, hay ciertas cosas que sabemos a ciencia cierta que no sabemos. Pero también hay cosas que no sabemos que no nos son conocidas". Lo que le faltó añadir es el cuarto término crucial: las "cosas que no se saben que nos son conocidas", es decir lo que nosotros no sabemos que conocemos, que es precisamente el inconsciente freudiano. Si Rumsfeld pensó que los principales peligros de la confrontación con Irak fueron las "cosas que no sabemos que no conocíamos", es decir el peligro de Saddam en lo que ni siquiera conocíamos, entonces el escándalo de las torturas de Abu Ghraib muestra que los principales peligros son en realidad las "cosas que no sabemos que conocemos", lo que creemos repudiar, suposiciones y prácticas obscenas que pretendemos no conocer, y que incluso forman el armazón de nuestros valores públicos. (...)"
Del artículo La carretilla vacía. Slavoj Zizek, filósofo y psicoanalista, investigador de la Universidad de Ljubljana.
Del Presidente Álvaro Uribe Vélez, el pueblo colombiano sabía muchas cosas. No era ajeno a sus capacidades como administrador de haciendas, su destreza al montar caballos de paso, su acumulado en metálico que lo hacía pertenecer a la clase adinerada del país.
También sabíamos de su ecléctica posición política, como liberal Uribista de Uribe Uribe, pero neoliberal a ultranza y pragmático a la hora de cumplir sus metas. De Álvaro Uribe Vélez, sabíamos, era hijo de un hacendado paisa, vinculado como casi todos ellos a la economía del narcotráfico y a sus prácticas mafiosas. Ese era su círculo social, allí se crió, donde aprendió a batirse entre capos y neo capos.

Sabíamos que fue Alcalde de Medellín cuando el narcotráfico del capo Pablo Escobar señoreó en la capital de Antioquia.

Fue Gobernador y el Urabá antioqueño se "pacificó", con las armas de los matones militares y paramilitares del General Rito Alejo del Rio (preso por asesino), con la colaboración de las bananeras yanquis (condenadas por financiar asesinatos) y el terror impuesto por los paramilitares bendecidos por el Monseñor Cansino (abaleado por sus compinches). Fueron miles de asesinados, sindicalistas y pobladores. Toneladas de coca se traficaron por los puertos plataneros y miles de armas entraron para engrosar el arsenal de la muerte paraca.
Sabíamos que había comprado El Ubérrimo, su hacienda cordobesa, y creó, entre otras, una Convivir (cooperativas de seguridad, simiente de las bandas paramilitares), que dirigía su vecino el agroindustrial, prestante ciudadano de Montería, Salvatore Mancuso (Jefe principal de los narcoparamilitares asesinos, extraditado por su vecino Álvaro Uribe a los EEUU, y actualmente preso allá)

Sabíamos también que era asalariado de Pablo Escobar, que fue jefe de Aerocivil y con él se multiplicaron los aeropuertos del narcotráfico. Que el doctor Varito, como le decía cariñoso el Capo, aparecía en la lista de los 100 más allegados a Escobar que el Departamento de Estado gringo desclasificó, con el número 82, mucho antes de ser presidente. Es decir de Álvaro Uribe Vélez, sabíamos muchas cosas, inclusive su conexión discreta con el Opus Dei.
No sabíamos que no conocíamos que en realidad era un capo. Un jefe mafioso, asesino y autoritario, capaz de poner a su servicio y al del narcotráfico y la "pacificación", a todo el Estado. No sabíamos, que era el representante elegido por una clase emergente, turbayista, suma de terratenientes, narcotraficantes y financieros lavadores de dinero ilegal. Intuíamos que lideraba un proyecto de asalto al Estado, a los poderes Ejecutivo y Legislativo, intentándolo con el Judicial (al final fue la talanquera que le impidió su despliegue total). Su embrujo autoritario, su hábil combinación de terrorismo de Estado, prebendas, corrupción abierta y velada, su disposición para acabar con el mal que todo lo encubría según él, el terrorismo, su ausencia total de escrúpulos, fueron los ingredientes que sabíamos que no sabíamos, pero que eran conocidos.

De Álvaro Uribe Vélez, el pueblo nunca supo y no conoció todo esto que ahora repudiamos, esta realidad por fuera de su verborrea y cinismo cotidianos. Entre otras acciones descubiertas están el accionar de las fuerzas armadas gubernamentales que las llenó de deshonra y sangre, con el asesinato de casi dos mil jóvenes del pueblo, presentados luego como guerrilleros muertos en combate, fuerzas militares de las cuales él era el Comandante en Jefe.
El seguimiento y accionar encubierto, Chuzadas Telefónicas, Calumnias, Guerra Sicológica, Amenazas, Asesinatos, que realizó el Departamento Administrativo de Seguridad (DAS), organismo de inteligencia que reporta directamente a la Presidencia de la República y que al inicio de su oscuro mandato Álvaro Uribe Vélez entregó a los paramilitares de Jorge 40. Sobre este solo hecho se podría escribir un libro con todas las inicuas operaciones encubiertas, la ausencia total de ética y respeto al ser humano y la vejación de la vida, honra y bienes de los colombianos que lo eligieron. El Departamento Administrativo de Seguridad (DAS) se convirtió en un aparato de acción terrorista encubierta al servicio del Capo Mayor y su proyecto nefasto de país.

Álvaro Uribe Vélez permitió la peor masacre, posterior a la violencia del 50, que nuestro pueblo haya vivido. Despedazó los valores que sustentan las sociedades, el amor al trabajo, al dinero bien habido, a la palabra cumplida y cierta, al respeto a la vida, al buen nombre, el uso responsable de la autoridad y el poder, la convivencia de las ideas y la armonía de los convivientes en una sociedad. Álvaro Uribe Vélez representa y representó el uso del nepotismo y autoritarismo personal, el cinismo como forma de gobernar, la mentira como fundamento de la política, el uso omnímodo de los medios de comunicación para desdibujar y manipular la realidad y engañar al pueblo.

Álvaro Uribe Vélez le entregó al nuevo Presidente, su ministro de Defensa -que sí sabe como es Álvaro Uribe Vélez, más allá de lo que el pueblo no sabía, un país despedazado y descuartizado con más de veinte millones de seres humanos en la pobreza y siete millones de Colombianos y Colombianas en la miseria. Un país regalado a las transnacionales mineras y petroleras para que hagan en Colombia lo que les venga en gana con la complacencia del mismo Estado en cabeza de él.

Después de ejecutar las peores acciones contra el pueblo, con la aplicación de la mal llamada Seguridad Democrática que no deja de ser sino puro cuento al terminar sus ocho años de mandato, Colombia es el país más violento del mundo. Uno de los tres países de América latina más desigual. El segundo país con más desplazados internos del mundo. El país con más fosas por Kilometro cuadrado, son casi mil fosas de desaparecidos y asesinados en todo el país. El segundo país más corrupto del mundo. Un país atenazado por los Estados Unidos que utilizando todo lo que sabían sobre Álvaro Uribe Vélez -ellos sabían mucho más que todo el pueblo- impuso una relación pornográfica, donde la medida de la abyección eran los intereses de los yanquis.
Álvaro Uribe Vélez, dejó al narcotráfico, la mafia y el paramilitarismo sembrados en el Estado y sus organismos de represión y control. Eso lo sabemos. Su accionar político-militar, con el uso del aparato permanente del terrorismo de Estado (DAS, Inteligencia Militar, Paramilitares), intentó modelar a Colombia a su servicio y el de las élites que representa.
Sabemos que no sabemos, que hará el señor Juan Manuel Santos, flamante Presidente, ex ministro de Defensa del régimen uribista, ¿romperá con esa tenebrosa manera de gobernar? ¿Tendrá el valor humano de acabar, para bien de nuestro pueblo y de la posibilidad democrática de luchar por un mejor mañana, con la estructura permanente de Terrorismo de Estado, que él conoce bien? ¿Si el Capo Mayor, Álvaro Uribe Vélez, es juzgado en la Corte Penal Internacional, que eso es lo que esperamos se opondrá a eso, o permitirá que la verdad sea y la justicia fluya?
Si por su pasado los conoceréis, falta ver mucho para al menos tener esperanzas de un cambio en la forma como la oligarquía de esta martirizada y descuartizada Colombia ha ejercido el poder: arrasando con los mejores hijos del pueblo, con sus líderes y organizaciones sociales y populares, convirtiendo al país en un verdadero cementerio.
El actual Presidente responsable de los falsos positivos sirvió de escudero al asesino y terrorista Álvaro Uribe Vélez. Acompaño el asalto al Estado por las mafias narcotraficantes y de extrema derecha, apoyó el accionar despótico y criminal del gobierno de Álvaro Uribe Vélez y tiene tanta responsabilidad histórica como su jefe. Los jóvenes asesinados por los criminales vestidos con el uniforme de las Fuerzas Armadas del cual era comandante en Jefe el capo Álvaro Uribe Vélez y su segundo el actual presidente Santos, claman justicia. Los miles de desaparecidos y asesinados también. Los millones de desplazados por la violencia paramilitar siguen deambulando por Colombia.

El segundo Libertador, que vergüenza para un país llamar así a un asesino, mafioso y criminal, que debe ser juzgado por crímenes de lesa humanidad, aunque su escudero hasta el 7 de agosto intente impedirlo. La verdadera cara mafiosa de Uribe está saliendo a la vista del mundo. El expresidente Álvaro Uribe Vélez ya no es un Capo desconocido, ya es hora de que la humnidad se enteren de lo que es, un capo conocido.
"... ÁLVARO URIBE VÉLEZ YA NO ES UN CAPO DESCONOCIDO..."

"(...)En marzo del 2003, Donald Rumsfeld se metió en un ejercicio de filosofía amateur: "Hay cosas que sabemos que se saben. Esas cosas que nosotros sabemos que se saben. Pero también hay cosas que sabemos que no se saben. Es decir, hay ciertas cosas que sabemos a ciencia cierta que no sabemos. Pero también hay cosas que no sabemos que no nos son conocidas". Lo que le faltó añadir es el cuarto término crucial: las "cosas que no se saben que nos son conocidas", es decir lo que nosotros no sabemos que conocemos, que es precisamente el inconsciente freudiano. Si Rumsfeld pensó que los principales peligros de la confrontación con Irak fueron las "cosas que no sabemos que no conocíamos", es decir el peligro de Saddam en lo que ni siquiera conocíamos, entonces el escándalo de las torturas de Abu Ghraib muestra que los principales peligros son en realidad las "cosas que no sabemos que conocemos", lo que creemos repudiar, suposiciones y prácticas obscenas que pretendemos no conocer, y que incluso forman el armazón de nuestros valores públicos. (...)"

Del artículo La carretilla vacía. Slavoj Zizek, filósofo y psicoanalista, investigador de la Universidad de Ljubljana.

Del Presidente Álvaro Uribe Vélez, el pueblo colombiano sabía muchas cosas. No era ajeno a sus capacidades como administrador de haciendas, su destreza al montar caballos de paso, su acumulado en metálico que lo hacía pertenecer a la clase adinerada del país.

También sabíamos de su ecléctica posición política, como liberal Uribista de Uribe Uribe, pero neoliberal a ultranza y pragmático a la hora de cumplir sus metas. De Álvaro Uribe Vélez, sabíamos, era hijo de un hacendado paisa, vinculado como casi todos ellos a la economía del narcotráfico y a sus prácticas mafiosas. Ese era su círculo social, allí se crió, donde aprendió a batirse entre capos y neo capos.

Sabíamos que fue Alcalde de Medellín cuando el narcotráfico del capo Pablo Escobar señoreó en la capital de Antioquia.

Fue Gobernador y el Urabá antioqueño se "pacificó", con las armas de los matones militares y paramilitares del General Rito Alejo del Rio (preso por asesino), con la colaboración de las bananeras yanquis (condenadas por financiar asesinatos) y el terror impuesto por los paramilitares bendecidos por el Monseñor Cansino (abaleado por sus compinches). Fueron miles de asesinados, sindicalistas y pobladores. Toneladas de coca se traficaron por los puertos plataneros y miles de armas entraron para engrosar el arsenal de la muerte paraca.

Sabíamos que había comprado El Ubérrimo, su Hacienda Cordobesa, y creó, entre otras, una Convivir (cooperativas de seguridad, simiente de las bandas paramilitares), que dirigía su vecino el agroindustrial, prestante ciudadano de Montería, Salvatore Mancuso (Jefe principal de los narcoparamilitares asesinos, extraditado por su vecino Álvaro Uribe Vélez a los EEUU, y actualmente preso allá)

Sabíamos también que era asalariado de Pablo Escobar, que fue jefe de Aerocivil y con él se multiplicaron los aeropuertos del narcotráfico. Que el doctor Varito, como le decía cariñoso el Capo, aparecía en la lista de los 100 más allegados a Escobar que el Departamento de Estado gringo desclasificó, con el número 82, mucho antes de ser presidente. Es decir de Álvaro Uribe Vélez, sabíamos muchas cosas, inclusive su conexión discreta con el Opus Dei.

No sabíamos que no conocíamos que en realidad era un capo. Un jefe mafioso, asesino y autoritario, capaz de poner a su servicio y al del narcotráfico y la "pacificación", a todo el Estado. No sabíamos, que era el representante elegido por una clase emergente, turbayista, suma de terratenientes, narcotraficantes y financieros lavadores de dinero ilegal. Intuíamos que lideraba un proyecto de asalto al Estado, a los poderes Ejecutivo y Legislativo, intentándolo con el Judicial (al final fue la talanquera que le impidió su despliegue total). Su embrujo autoritario, su hábil combinación de terrorismo deuerzas militares de las cuales él era el Comandante en Jefe.

El seguimiento y accionar encubierto, chuzadas telefónicas, calumnias, guerra sicológica, amenazas, asesinatos, que realizó el Departamento Administrativo de Seguridad (DAS), organismo de inteligencia que reporta directamente a la Presidencia de la República y que al inicio de su oscuro mandato Álvaro Uribe Vélez entregó a los paramilitares de Jorge 40. Sobre este solo hecho se podría escribir un libro con todas las inicuas operaciones encubiertas, la ausencia total de ética y respeto al ser humano y la vejación de la vida, honra y bienes de los colombianos que lo eligieron. El Departamento Administrativo de Seguridad (DAS) se convirtió en un aparato de acción terrorista encubierta al servicio del Capo Mayor y su proyecto nefasto de país.

Álvaro Uribe Vélez permitió la peor masacre, posterior a la violencia del 50, que nuestro pueblo haya vivido. Despedazó los valores que sustentan las sociedades, el amor al trabajo, al dinero bien habido, a la palabra cumplida y cierta, al respeto a la vida, al buen nombre, el uso responsable de la autoridad y el poder, la convivencia de las ideas y la armonía de los convivientes en una sociedad. Álvaro Uribe Vélez representa y representó el uso del nepotismo y autoritarismo personal, el cinismo como forma de gobernar, la mentira como fundamento de la política, el uso omnímodo de los medios de comunicación para desdibujar y manipular la realidad y engañar al pueblo.

Álvaro Uribe Vélez le entregó al nuevo Presidente, su ministro de Defensa -que sí sabe como es Álvaro Uribe Vélez, más allá de lo que el pueblo no sabía, un país despedazado con más de veinte millones de seres humanos en la pobreza y siete millones de colombianos y colombianas en la miseria. Un país regalado a las transnacionales mineras y petroleras para que hagan en Colombia lo que les venga en gana con la complacencia del mismo Estado en cabeza de él.

Después de ejecutar las peores acciones contra el pueblo, con la aplicación de la mal llamada Seguridad Democrática, que es puro cuento, y lo más triste es que el pueblo Colombiano sigue creyendo en esa mentira y al terminar sus ocho años de mandato, Colombia es el país más violento del mundo. Uno de los tres países de América latina más desigual. El segundo país con más desplazados internos del mundo. El país con más fosas por Kilometro cuadrado, son casi mil fosas de desaparecidos y asesinados en todo el país. El segundo país más corrupto del mundo. Un país atenazado por los chupa sangre de los Estados Unidos que utilizando todo lo que sabían sobre Álvaro Uribe Vélez -ellos sabían mucho más que todo el pueblo- impuso una relación pornográfica, donde la medida de la abyección eran los intereses de los yanquis.

Álvaro Uribe Vélez, dejó al narcotráfico, la mafia y el paramilitarismo sembrados en el Estado y sus organismos de represión y control. Eso lo sabemos. Su accionar político-militar, con el uso del aparato permanente del terrorismo de Estado (DAS, Inteligencia Militar, Paramilitares), intentó modelar a Colombia a su servicio y el de las élites que representa.

Sabemos que no sabemos, que hará el señor Juan Manuel Santos, flamante Presidente, ex ministro de Defensa del régimen uribista, ¿romperá con esa tenebrosa manera de gobernar? ¿Tendrá el valor humano de acabar, para bien de nuestro pueblo y de la posibilidad democrática de luchar por un mejor mañana, con la estructura permanente de Terrorismo de Estado, que él conoce bien? ¿Si el Capo Mayor, Álvaro Uribe Vélez, es juzgado en la Corte Penal Internacional, que eso es lo que esperamos se opondrá a eso, o permitirá que la verdad sea y la justicia fluya?

Si por su pasado los conoceréis, falta ver mucho para al menos tener esperanzas de un cambio en la forma como la oligarquía de esta martirizada y descuartizada Colombia ha ejercido el poder: arrasando con los mejores hijos del pueblo, con sus líderes y organizaciones sociales y populares, convirtiendo al país en un verdadero cementerio.

El actual Presidente sirvió de escudero al asesino y terrorista Álvaro Uribe Vélez. Acompaño el asalto al Estado por las mafias narcotraficantes y de extrema derecha, apoyó el accionar despótico y criminal del gobierno de Álvaro Uribe Vélez y tiene tanta responsabilidad histórica como su jefe. Los jóvenes asesinados por los criminales vestidos con el uniforme de las Fuerzas Armadas del cual era comandante en Jefe el capo Álvaro Uribe Vélez y su segundo el actual presidente Juan Manuel Santos, responsable de los falsos positivos claman justicia. Los miles de desaparecidos y asesinados también. Los millones de desplazados por la violencia paramilitar siguen deambulando por Colombia.

El segundo Libertador, que vergüenza para un país llamar así a un asesino, mafioso y criminal, que debe ser juzgado por crímenes de lesa humanidad, aunque su escudero hasta el 7 de agosto intente impedirlo. La verdadera cara mafiosa de Álvaro Uribe Vélez está saliendo a la vista del mundo. Álvaro Uribe Vélez ya no es un Capo desconocido.
Atte,
HENRY ANTONIO BOLAÑOS