lunes, 13 de diciembre de 2010

"...EN COLOMBIA LAS MULTINACIONALES, LOS PARAS, MÁS EL TERRORISMO DE ESTADO TIENEN EN ESTADO DE GRAVEDAD AL PAÍS..."

En esto días ha circulado la noticia de que un criminal que ofició como presidente de este país ha sido citado por la firma de abogados de los Estados Unidos Conrad & Scherer a declarar en el caso que se adelanta contra la empresa carbonera Drummond por el asesinato de 111 humildes colombianos. Los abogados de la mencionada oficina de abogados, que representan a los familiares de los trabajadores asesinados, quieren indagarle al ex presidente sobre las actividades de los grupos paramilitares, de lo que sabe respecto de los nexos de multinacionales con esos grupos y acerca de los vínculos del DAS con los crímenes cometidos por los paracos.
Esta noticia recuerda la participación directa de empresas multinacionales en la financiación, organización y patrocinio de criminales a sueldo, en alianza directa con sectores de las Fuerzas Armadas, que durante los últimos 25 años han perseguido y asesinado a miles de colombianos, considerados por esas empresas como “enemigos” de la sagrada propiedad privada y de la inversión extranjera. Al respecto valga recordar la responsabilidad de la Chiquita Brands, la Coca-Cola, la Drummond, la Nestle y muchas otras empresas en el asesinato de trabajadores, dirigentes sindicales y líderes sociales.
Esto lo han hecho tanto las multinacionales afincadas en la ciudad como las que operan en el campo, porque ellas parten de la lógica de que las riquezas de nuestro suelo y subsuelo les pertenecen por fuerza mayor, y en concordancia, amparadas por el Estado colombiano, pueden utilizar todas las formas de lucha para preservar sus intereses y mantener sus ganancias: crear ejércitos privados a su servicio, asesinar dirigentes sindicales, contaminar el medio ambiente, destruir ecosistemas, dañar fuentes de agua, patrocinar medios de comunicación y periodistas que les laven su imagen corporativa, sobornar a miembros del Ejército y el Estado para que actúen a favor de los empresarios “que proporcionan trabajo y riqueza al país”, como dice la propaganda oficial en los medios de comunicación…
Lo significativo del caso radica en que no se está hablando de una impunidad criminal de las multinacionales como si fuese cosa del pasado, sino de un comportamiento que tiene una impresionante actualidad, si se considera que el proyecto estrella del santismo en el poder es entregarle hasta el último rincón del país a las multinacionales para que escarben nuestro suelo y subsuelo y se lleven todo lo que encuentren allí.
En este sentido, los crímenes corporativos contra la gente y el medio ambiente propalados por las multinacionales se van a generalizar en el presente y en el futuro inmediato, porque nada indica que en términos de impunidad las cosas hayan cambiado en Colombia. Antes por el contrario, lo que ahora se observa es la apología de la inversión extranjera como la pócima milagrosa que nos va a sacar del atraso y nos va a conducir al desarrollo económico y a la “prosperidad democrática”. A eso es a lo que en el régimen uribista se le denominó la confianza inversionista, un eufemismo con el cual se encubrió la más vergonzosa y vil postración y entrega del país a los intereses de las empresas multinacionales y de los países imperialistas y que ahora el santismo refrenda con su pretensión de convertir a Colombia en un país minero cuya regla de oro, según el punto 92 del programa de gobierno del oligarca del Jockey Club, “es atraer más inversionistas de talla mundial, con “reglas del juego” que garanticen la estabilidad a largo plazo…”
En lenguaje coloquial, la tal estabilidad a largo plazo sólo quiere significar que la implantación de enclaves mineros a lo largo y ancho del país viene acompañada de la noción de seguridad inversionista que manejan las multinacionales y que consiste simplemente en impedir todo intento de organización y cualquier forma de protesta organizada contra la explotación de la gente y la expoliación del medio ambiente.
Para evitar la protesta y la resistencia lo primero que se hace es limpiar la tierra de incómodos ocupantes, campesinos, indígenas y afrodescendientes, labor criminal en la que las fuerzas armadas estatales y paraestatales cumplen el papel de avanzada. Luego, cuando se inicia la explotación y entran en funcionamiento los enclaves, la violencia se convierte en el instrumento para someter y callar a los inconformes y para que los pocos trabajadores que emplean los enclaves acepten la explotación sin chistar ni jota. Por si hubiese algunas personas que denuncian la destrucción de los ecosistemas, para ellos también se emplean instrumentos violentos, como el atentando sicarial, con el fin de que dejen a las multinacionales saquear nuestro territorio sin ningún obstáculo a la vista.
La pretensión de convertir a Colombia en un país minero, como Perú o Chile, significa que para respaldar una inversión extranjera que genera muy poco empleo y que no crea riqueza sino que antes la destruye se hace necesario reforzar los dispositivos militares y paramilitares en todo el país. Por ello, puede concluirse que la pretensión de las multinacionales mineras, junto con el Estado colombiano y las clases dominantes de este país, es la de convertirnos al mismo tiempo en un enclave y en un cementerio. Para hacerlo posible, el terrorismo estatal y paraestatal tienen un porvenir asegurado. Aquí sin necesidad de nombrar a nadie todos sabemos de que se trata este asunto. Este comentario hace mucha relación al titulo del libro "LA ARMADURA DEL CAPITALISMO" de "ALEJANDRO TEITELBAUM".

"... LOS GOBIERNOS HAN CEDIDO O HAN NEGOCIADO EL PODER CON LAS TRANSNACIONALES, Y COLOMBIA NO ESCAPA HA ESTOS NEGOCIOS..."

"La armadura del capitalismo", es el titulo de un libro de "ALEJANDRO TEITELBAUM" abogado de 82 años de edad, de Icaria y Paz con Dignidad analiza cómo las transnacionales han tejido una amplia telaraña con un objetivo económico a nivel mundial con la complicidad de los gobiernos. Detrás de ese poder transnacional se esconden también objetivos políticos y militares.
Fue abogado de presos políticos y sindicalistas en los años setenta, después emigró al Estado francés. En el marco de la ONU representó a la Federación Internacional de Derechos Humanos y después a una organización de América, Sociedad Americana de Juristas, hasta 2006. "Me cansé del trabajo en la ONU, porque lo encontré improductivo, por los pocos resultados". Teitelbaum introdujo en su andadura, además de la lucha en contra la impunidad de las violaciones de los derechos civiles y políticos, la impunidad de los derechos económicos, sociales y culturales con la que cuentan las transnacionales.
Todo ese trabajo continúa en la ONU, pero "tras un proyecto flojo" llegó un contra ataque de las multinacionales, que "pusieron a todos en su sitio. Ya nada saldrá adelante" dijo. Por eso, a sus 82 años sigue en pie para "desnudar a esas sociedades que tienen ya más poder que los estados y que, por otra parte, sólo representan a los intereses económicos de unos pocos frente al resto de la humanidad".
En "La Armadura del capitalismo" aparecen detallados los efectos económicos, las concesiones de los gobiernos y el negocio que unos pocos obtienen de la explotación. ¿Por qué tienen tanto poder las transnacionales?
Desde que empezó la Standard Oil, del viejo John D. Rockefeller, han ido escalando en el poder. La globalización neoliberal, que yo denomino el estado actual del capitalismo, está controlando la economía no sólo en su aspecto industrial y comercial, sino en el financiero y militar. Casi tiene el control total, con la complicidad de las élites políticas de las grandes potencias y de los políticos de los países periféricos en vías de desarrollo. Controlan todo, porque son dueños de medios de comunicación, de universidades y tienen a su servicio a intelectuales prestigiosos. La ideología liberal lo ocupa todo. Está todo diseñado para formatear la cabeza del hombre común para decir que este sistema es inevitable y que hay que aguantarse.
¿Eso nos lleva al desastre, a la dominación de unos pocos sobre la mayoría?
Así es. Mire lo que está ocurriendo con el tema de las jubilaciones, que nos dicen que hay que trabajar más años. En todos estos temas económicos y política el sistema nos mete en la cabeza su ideología. Y el núcleo duro del sistema son las sociedades transnacionales, lo que se llama globalización. Es el dominio de las sociedades transnacionales del capital financiero. Se deslocalizan cuando quieren. Tienen un poder inmenso de imposición frente a los asalariados, porque no negocian: o aceptas sus principios, que siempre se dirigen a los recortes económicos y sociales para los trabajadores, o se van. Sí, así lo dicen: queremos ganar un poco más, nos vamos a otro lado. Ha ocurrido con varios casos de fábricas francesas de autos que se han ido a Rumania, porque se fabrica más barato, pero luego vende caro en Francia.
¿Se puede dar la vuelta a tanto poder concentrado en tan pocas manos?
No tengo respuesta. En Francia con el tema de la edad de la jubilación ha habido protestas, pero, al final, Nicolas Sarkozy se ha salido con la suya. Nos dice que hay que salvar a la Seguridad Social, pero lo que trata es de salvar al capital financiero, no a la Seguridad Social. Lo que va a ocurrir es que la gente se va a dar cuenta que con la jubilación pública recortada no le va a llegar y va ha aportar a una jubilación privada.
La pensión privada puede quebrar, la pública no.
Sí. Ya ocurrió en Estados Unidos. El sistema público es una garantía para todos. En lo fundamental, no escuché que nadie planteara que el problema de jubilación, es decir que la gente pueda vivir después de cesar de trabajar, sea un problema económico de fondo. La sociedad con su trabajo produce bienes sociales y, como consecuencia, hay un consumo social. ¿Por qué se plantea el futuro de las pensiones en términos financieros si tiene que ver con el reparto de la torta? Hay una gran cantidad de bienes y servicios producidos, si no alcanzan para todos, es porque, entre la producción social y el consumo social está la apropiación privada. Hay gente que se queda en el camino con la mayor parte de la torta. Por eso no llega la torta necesaria a todos los ciudadanos, los viejos incluidos.
¿Por qué cree que nadie lo dice así de claro?
Nadie lo dice porque es poner en cuestión el actual sistema capitalista. En momentos de protesta y de lucha tiene que haber gente que lo diga claramente. En Francia no se consiguió, porque Sarkozy se mantuvo firme; se hicieron huelgas en sectores estratégicos, pero no se pudo mantener una huelga revolucionaria, porque la gente tiene que trabajar para poder vivir. Lo que está claro es que el sistema público de pensiones es la mejor garantía de futuro. No debemos renunciar a él, aunque la presión del capitalismo va en dirección opuesta.
¿Falta una respuesta clara desde la izquierda?
Falta una respuesta política coherente. Los socialistas, en Francia, se lo callaron. Otros grupos más pequeños, que se podría esperar una respuesta más coherente y mejor, tampoco la dieron. Se limitaron a decir: la jubilación a los 60 años o hay que distribuir la riqueza, pero nadie puso en cuestión el sistema. Se sabe que las cosas andan mal, pero no se sabe cómo hacer para que cambien.
¿Qué recomendación hace para que se rechace un empeoramiento de las pensiones, que es una ola que recorre ya por la Unión Europea?
En las manifestaciones salieron a la calle los chicos. La prensa burguesa se burló de ellos, diciendo que las guarderías habían ocupado las calles. Tienen razón, porque cuando terminen la escuela, tendrán que ir a trabajar, pero se preguntan si hay más viejos trabajando habrá menos oferta de empleo.
Si no hay empleo, no se cotiza.
El problema en Francia se encuentra, según una estadística oficial, en que desde 1975 a 2009, es decir en 35 años, la productividad se multiplicó por 2,3 veces, y la población sólo creció un 25%. Una persona produce en este momento casi dos veces y media más que hace 35 años. Si aumenta la productividad, hay que disminuir el tiempo de trabajo. Bajar a las 35 horas, para que trabaje más gente y se nutra a las cajas de la Seguridad Social. No se puede seguir trabajando con jornadas de 40 horas, porque se produce en exceso.
¿Las 35 horas han fracasado?
La idea era buena. En Francia, se impusieron las 35 horas, pero se congelaron los salarios y, por otro lado, legislativamente se fue adaptando hasta que se liquidaron. En Noruega trabajan 34 horas y viven muy bien. El secreto se encuentra en que los ingresos por las ventas de petróleo de sus pozos en el mar se ha guardado en las cajas del Estado y se usa para financiar las jubilaciones. Han sabido administrar. No es un país socialista. La gente ve en Francia un sistema de Seguridad Social bastante avanzado, nadie quiere perderlo. Hay que defender eso. El sistema capitalista está metido en una gran contradicción: donde no puede, genera muchos desocupados que no aportan a las cajas de jubilación. No hay trabajo para todo el mundo manteniendo estas jornadas. Tendrían que reducir la jornada, pero los patrones no quieren. La jornada larga de trabajo es lo que da esa ganancia suplementaria.
Si se piden mejoras, las empresas se deslocalizan y, de hecho, dentro de la UE existe el dumping social por ese traslado de empresas entre países.
Tiene razón. Se fabrican autos franceses en Rumanía y se venden en Francia. Efectivamente hay dumping social. A los franceses, como al resto, no les conviene que los rumanos ganen diez veces menos, porque la empresa se va y les deja sin trabajo. Un problema difícil de resolver que la solidaridad de los trabajadores debería solucionar.
¿Falta conciencia obrera frente a las multinacionales?
El poder transnacional se arregla para que crezca la competencia entre los trabajadores. El chino gana diez euros por día, y de eso se aprovecha el trabajador francés, que compra ropa china sumamente barata. Nota menos que su salario es pequeño. Si va a una tienda de lujo, le va a costar mucho, pero si es un pantalón chino costará poco. Le conviene al patrón, porque el obrero no va a reclamar más salarios. No veo que haya una fuerza política en ningún lado que vaya al fondo de las cosas. Esas reuniones internacionales con el eslogan de «otro mundo es posible» no quiere decir nada. Hay gente que se dice de izquierdas, filósofos y políticos que le están dando un respiro al capitalismo. Hoy un capitalista necesita unas horas para forrarse sin hacer servicio alguno a la sociedad
¿Qué ha pretendido con el libro "La Armadura del Capitalismo"?
Es el resultado de las diferentes experiencias de los años noventa. La situación actual del capitalismo es de violencia, la opresión es violencia. Lo primero que hay que hacer es darnos cuenta cómo funciona esta sociedad en el plano financiero y económico.
¿Funciona mal?
Sí. Sólo para unos pocos funciona muy bien. Hace unos días leí que los operadores financieros de Estados Unidos van a recibir 143.000 millones de dólares en compensaciones. El año pasado se reunió el G20 para poner un tope a los operadores. Un año después ganan más que nunca. Sarkozy nos dijo que había que moralizar el capitalismo. La realidad es que desde el año pasado grandes grupos financieros ganan más que antes. La desocupación ha crecido, los salarios se congelan o bajan, y no pasa nada. Las diferencias cada vez son mayores. Esa es la armadura del capitalismo, los servidores que tiene a su alrededor y que lo protegen frente a la población.
¿La crisis sólo afecta a los mismos de siempre: los trabajadores, los excluidos y los pobres?
Mire, el otro día un director de la empresa LVMH (Moet Hennessy Louis Vuitton) de artículos de lujo, vendió sus stock options y ganó en un día 18 millones. Un buen salario, por ejemplo, son 2.500 euros. Qué tendría que hacer una persona trabajando, dando clase, en un hospital, haciendo un servicio a la sociedad para ganar 18 millones de euros. Bueno, quince personas con un salario de 2.500 euros tendrían que trabajar durante 40 años para conseguir lo que el directivo de LVMH logró en media tarde. Esos quince tipos fabricando, prestando servicios, manejando autobuses, etc tardarían cuarenta años con ese buen salario, mientras que este capitalista necesitó unas horas para lograrlo y sin hacer ningún servicio a la sociedad. Hay algo que no anda bien y ocurre por la complicidad de los líderes políticos.
¿Cambiará esta situación?
Lo único que podemos hacer es seguir entendiendo lo que pasa. Estoy metido en la izquierda desde hace más de 65 años. No pierdo la esperanza, pero esto va a peor. Nos dijo el G20, como otro ejemplo, que habría que acabar con los paraísos fiscales, pero es imposible porque son parte de las potencias. El hombre lo dice muy claro, y eso precisamente es lo que estamos viendo en algunos Países de América Latina, incluido Colombia, todo impuesto, todo negociado, por que eso fué lo que hizo el ex presidente anterior, en reunión en Canadá a puerta cerrada con un grupo de los más ricos del mundo, que tristeza, pero esa es la cruda realidad, pero nuestro País si tiene arreglo y ya saben cual es, demodo pués que ante todo esto no nos queda más camino sino el de la revolución.

jueves, 9 de diciembre de 2010

EJEMPLO DE IRLANDA, EN RELACIÓN A REFERENCIA HECHA POR EL AMIGO OSIEL RAMOS.

"...IRLANDA COMO UN EJEMPLO..."
Durante muchos años el "ejemplo" irlandés estuvo de moda y se ponía constantemente a los demás países: la política de bajos impuestos sobre el capital (casi la mitad de la media europea), la amplia liberalización de la actividad económica y las privatizaciones, la moderación salarial y las grandes facilidades a los capitales para que pudieran actuar a su antojo se consideraban la clave de su éxito y lo que debería hacer cualquier otra economía que quisiera ser tan próspera y dinámica como el "Tigre Celta" de entonces. Claro que se estaba hablando de un éxito que solo se medía por el incremento vertiginoso del PIB pero no en la disminución de las desigualdades o de la brecha de los estándares de bienestar del país respecto a la media europea.
Los gobiernos conservadores facilitaban la actividad de los bancos que se dispusieron a crear deuda y a financiar la actividad especulativa sin freno sin que a ni uno ni otro preocupara la generación de burbujas inmobiliarias o la escasa base real del crecimiento que se generaba.
En realidad, lo que estaba haciendo Irlanda no era otra cosa que aplicar como un alumno aventajado las políticas de ajuste estructural que el Fondo Monetario Internacional venía proponiendo desde hacía años para favorecer el incremento de las rentas del capital. Y por eso el Fondo aplaudía lo que se estaba haciendo allí afirmando que sus políticas económicas ofrecían lecciones útiles a otros países (FMI. IMF Concludes 2004 Article IV Consultation with Ireland. En http://bit.ly/aiaxUw).
Como venimos diciendo muchos economistas críticos dicen que estas políticas neoliberales fueron la causa real de la última crisis y por eso no fue ni mucho menos una casualidad que el alumno europeo que las aplicó más fielmente fuese precisamente el primero que entró en recesión en 2008 cuando se desencadenó la crisis de las hipotecas basura.
Como tampoco es casual que la economía que primero aplicó los planes de austeridad como respuesta frente a la crisis sufra ahora un nuevo latigazo.
En realidad, Irlanda es en estos días una especie de laboratorio que permite comprobar el efecto de las políticas neoliberales de austeridad que impone el fundamentalismo dominante desde hace años en Europa.

Aunque ahora muy pocos lo recuerdan, Irlanda aprobó antes que nadie un gran programa de austeridad y recortes: hasta el 20% redujo los sueldos de los funcionarios y un 10% las prestaciones sociales, además de hacer lo mismo en un buen número de programas de gasto público y social. Aunque, eso sí, poniendo al mismo tiempo a disposición de bancos quebrados docenas de miles de millones de euros que pusieron por las nubes el déficit y la deuda del Estado.
Cuando tomó estas medidas, de nuevo el caso irlandés se puso como un ejemplo a seguir por los demás. Los medios de comunicación neoliberales, la Comisión Europea y por supuesto una vez más el Fondo Monetario Internacional alabaron su política de austeridad y recortes frente a la crisis.
Este último organismo, haciendo otra vez gala de su desvergonzada forma de hacer pronósticos económicos, afirmó, para poder aplaudirlas así con aparente fundamento, que gracias a la aplicación de estas medidas la economía irlandesa crecería un 1% en 2009.
Sin embargo, su efecto real fue otro, como los economistas críticos habían pronosticado que iba a ocurrir allí o en otros países en donde se aplicaran: en 2009 el PIB de la economía irlandesa, lejos de aumentar, bajó un 11%.
Con esa caída estrepitosa, con una reducción de la inversión del 30% y de más del 7% del consumo, la economía no pudo generar recursos suficientes, fue más difícil recaudar ingresos para hacer frente a la deuda y ésta siguió subiendo, lo que hacía, para colmo, que los mercados la castigaran subiendo los tipos a los que puede colocarse.
A eso se añade que al haber dejado sin llevar a cabo una verdadera reforma financiera la situación patrimonial de los bancos siguió agravándose y ahora les hace falta una nueva dosis de generosa inyección de liquidez para sacarlos a flote: unos 50.000 millones de euros más sólo para ellos.
Cuando todo esto ha ocurrido, de la Comisión Europea y el Fondo Monetario Internacional no ha salido ni la más mínima expresión de autocrítica: después de haber afirmado que lo que hacía Irlanda era ejemplar, no tienen nada que decir cuando su "modelo" salta por los aires, como era inevitable que ocurriera como evidente consecuencia de esas políticas. Al revés, se limitan a dar prisa para que se ponga a su pies y a advertir de antemano quién va a hacerse cargo de la factura: "La UE exigirá a Irlanda subidas de impuestos para devolver el rescate", titulan hoy los medios de comunicación europeos.
Irlanda, efectivamente, es un buen ejemplo. Pero de adónde han llevado las políticas neoliberales antes de la crisis y adónde llevan ahora, cuando vuelven a imponerse en forma de austeridad presupuestaria, por un lado, y, por otro, de plena libertad y apoyo a los bancos para que sigan actuando a su antojo.
Esta situación nos deja una gran enseñanza. Aquí en nuestro País debemos de seguir los lineamientos planteados por el "MOIR" como movimiento y con el "PDA" como partido, y todos los compatriotas veremos que nuestro País si tiene arreglo, que si podemos ver una Colombia justa y para todos. Por la segunda Independencia, lucharemos hasta el final, hasta que logremos la victoria.

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